Después de darse un baño en la piscina o al atardecer, mientras se pasea por las calles del pueblo, se pueden admirar las mágicas flores de las malvas reales que abundan en Membrillera.
Marian y Miguel arreglando la piscina de los niños.
Equipo de fútbol de Membrillera y un ayudante con los balones
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